Economía
Fueron cazadores y pescadores marinos especializados de gran movilidad, la que fue favorecida por el uso de balsa de cuero de lobo marino, una embarcación resistente y ágil que permitía la pesca de alta mar. Esta embarcación se construía con el cuero de cuatro lobos machos previamente ablandados en agua dulce, que se cosían para formar grandes bolsas de hasta 3 m que luego se inflaban por el extremo mediante una pequeña caña o tubo de hueso. Las costuras eran selladas e impermeabilizadas con aceite y aceite y grasa del mismo animal y en ocasiones cubiertas con pigmento mineral ocre. Con dos de estas bolsas se armaba la balsa, amarrando los extremos con sogas y en la parte central se disponía un tablado de madera, atado a ambos, sobre el cual los navegantes podían sentarse a horcajadas o arrodillarse. Para desplazarse se usaban remos de madera de doble pala.
Existen referencias históricas de principios de la Colonia que describen la presencia de estas balsas tan al sur como en el litoral central de Chile. Más tarde, viajeros del siglo XIX entregan detalladas descripciones de esta embarcación, y además la registran a través de grabados. Una balsa más pequeña era la de “tres palos” que también tiene antecedentes prehispánicos como la de cuero de lobos, sin embargo de su uso han quedado muy pocos testimonios en la costa del Norte de Chile y solo la conocemos por sus modelos en miniatura que aparecen como ofrendas funerarias entre los pescadores tardíos de la cultura Arica. El modelo se compone de tres maderos, el central más largo, amarrados entre sí y decorados con líneas rojas transversales; suelen estar acompañados de un remo de dos palas hecho también a escala. Esta embarcación habría sido usada para viajes de larga distancia, y más común entre los pescadores del extremo norte chileno y el sur del Perú, a diferencia de la balsa de cuero de lobos cuyo uso se concentró de Tocopilla al sur, donde a falta de madera, el lobo de mar proporcionaba una excelente material de reemplazo. Pescaron atunes, congrios, tollos, lisas, dorados, bagres, jureles y pulpos. Cazaban pinnípedos y cetáceos, incluso la ballena. Se dice que imitaban el ladrido del lobo marino, pudiendo así acercárseles y arponearlos fácilmente.
La técnica utilizada para la caza de las grandes presas marinas era arponearlas y dejarse arrastrar por ellas mientras se desangraba, luego, una vez muerta, la subían a la embarcación. Era labor de un solo hombre, que hería la ballena bajo la aleta cercana al corazón. Desde la orilla, todos observaban dónde varaba una vez muerta para allí comerla, desde adentro y desde afuera. La división del trabajo fue especializada: cada grupo de pescadores se avocaba al pez que más les aficionaba. Hubo grupos que cazaban exclusivamente lobo de mar para confeccionar balsas que luego podían ser usadas por ellos mismos o intercambiadas trocadas con otros pescadores.
Existía también trueque con la población de los valles y oasis del interior del desierto de Atacama. Los principales productos de intercambio que ofrecían eran los recursos del mar, mariscos y pescados secos y salados (charquecillo), cueros y pieles de animales marinos, conchas y guano como fertilizante agrícola, todos bienes muy cotizados en las tierras interiores. A cambio, los changos obtenían lana y otros alimentos, especialmente productos agrícolas, vitales para complementar su dieta como frutas, maíz, coca, etc. Es posible también que hayan desarrollado cultivos de pequeña escala en áreas de desembocadura de ríos y quebradas o en las proximidades de aguadas y vertientes de litoral costero.