Entre islas, canales y archipiélagos: la Conquista del extremo sur de Chile avanza para quedarse
¿Cómo apreciar la inmensidad del infinito austral habitada en el siglo XVI por poblaciones indígenas conocidas desde entonces como fueguinos? ¿Desde dónde abrir la historia del descubrimiento, por parte de los europeos, del espacio comprendido por la Isla Grande de Tierra del Fuego y los canales y archipiélagos adyacentes, o entre el estrecho de Magallanes y la región del Cabo de Hornos?
Desde la navegación del portugués Fernando de Magallanes, la Terra Australis Incógnita comenzó a llenarse de contenidos. Aconteció que con el paso de los navíos de Magallanes (1520), Juan Ladrillero (1558), Francis Drake (1578), Pedro Sarmiento de Gamboa (1580), Thomas Cavendish (1587), Olivier Van Noort (1599), Isaac Le Maire (1616), o Jacques L’Hermite (1624), entre muchos otros, esa porción de la geografía del mundo comenzó a ser dibujada para alcanzar una corporeidad: allí existían tierras ubicadas en una región que se encontraba opuesta al extremo norte de la tierra, que estaba circundada por un amplio mar, que existían islas, canales y archipiélagos, y dos pasos que permitían la comunicación desde el Atlántico al Pacífico sur-oriental, al archipiélago polinésico, a las Islas de las Especias en Indonesia, y al Lejano Oriente. Uno era el estrecho de Magallanes, y el otro era el estrecho de Le Maire o la ruta del Cabo de Hornos.
Esas travesías marinas de navegantes españoles, portugueses, ingleses y holandeses por el territorio fueguino revelaban que se trataba del confín de todas las tierras conocidas. El deseo por alcanzar y explorar tierras cada vez más lejanas abría la imaginación, las aspiraciones y los deseos de conquista. Eran navegantes dotados de conocimientos cosmográficos, geográficos y astronómicos. Hombres constantes y tenaces que tenían que cumplir una misión: explorar. Había que conocer, inventariando noticias de lo que allí existía. Había que conocer, para controlar.