El viaje de conquista hispana en el siglo XVI
Al recorrer la historia de la conquista europea del territorio de lo que hoy es Chile, se propone un viaje hacia la ocupación de un espacio y al encuentro entre mundos lejanos y diversos. Es una travesía que busca comprender que, más allá del nuevo sistema de organización política, administrativa, económica y social que se impuso en las tierras americanas incorporadas a la Corona española, lo que estaba en juego era la expansión del control colonial y la proyección de la soberanía real sobre este territorio y sus poblaciones originarias.
Es a partir de 1519 que se despliega el esfuerzo de exploración y conquista del continente americano. Y el territorio que se extiende entre los valles de Copiapó y la Araucanía ingresó a la historia colonial de este país con el nombre del Reino de Chile, como si ese espacio geográfico y humano hubiese permanecido en su sitio con una fijeza asombrosa. No es que los europeos lo hubiesen descubierto. No es que las puertas del tiempo histórico se hubiesen abierto en el desierto, los valles transversales y centrales, las espesuras de bosques y archipiélagos australes con el viaje de los castellanos. Sólo a finales del siglo XIX, Chile se constituye con su territorio definitivo mediante la anexión de Tarapacá, las tierras patagónicas y las islas de ultramar del océano Pacífico.
El viaje comenzará por la conquista de los valles transversales del Norte Chico, abriéndose con Diego de Almagro la puerta al Reino de Chile. Continuará por Chile central, donde Pedro de Valdivia será cautivado por sus valles y por la necesidad de afianzar el avance hacia el centro sur de Chile. El Norte Grande será también el espacio de exploración inicial de Almagro y Valdivia, pero ese norte hispano y colonial se incorporará a los actuales Perú y Bolivia. En el mar, la gran aventura europea, proseguirá el viaje. Primero entre las islas, canales y archipiélagos del Extremo Sur. Mirando también lo que aconteció con los que habitaban en la actual Patagonia Occidental. Finalmente, se avanzará desde el sur a Rapa Nui, siempre por el mar.
En estos textos sobre la historia de quienes no se conocían y se encontraron, existe la posibilidad de observar los hechos que sucedieron como si obturásemos una cámara fotográfica. Y en ese gesto, mirando directamente eso que nos capture, encante, fastidie o canse podremos vernos a nosotros mismos, no sólo descubriendo cómo está hecha nuestra mirada, sino que también estimando que las memorias que se guardan en esos relatos pueden ser sorprendidas por los sueños, las dudas, las preguntas e incluso las molestias.