La travesía del adelantado
Cuando la expedición “La flor de las Indias”, dirigida por Diego de Almagro el Viejo en 1536, y la hueste de conquista de Pedro de Valdivia recorren los valles de Chile central en 1540, la expansión de los españoles en territorios americanos y la anexión de las sociedades indígenas al Imperio español eran procesos relativamente cristalizados en vastos sectores de Mesoamérica (1519) y de los Andes centrales (1532).
Diego de Almagro, con el título de Adelantado y Gobernador de Nueva Toledo, obtuvo el permiso para conquistar los territorios del actual Chile. Partió desde el Cusco, recorrió el sur andino, pasó por el Alto Perú (hoy Bolivia), antes de llegar al noroeste argentino, y cruzar la cordillera de los Andes hasta llegar al valle de Copiapó. Desde allí continuó hacia el sur por los valles transversales hasta la desembocadura del río Aconcagua. Uno de sus capitanes entró al gran valle central, para recorrer las cuencas del Maipo y del Mapocho. En el encuentro con las poblaciones indígenas hubo hospitalidad y violencia, incluso a veces los naturales despoblaban sus lugares, llevando consigo o quemando recursos para impedir el aprovisionamiento de los expedicionarios. Asentamientos dispersos en valles y quebradas, bien surtidos de aguadas y ríos, donde los indígenas tenían sus sembradíos y ganados, alimentaban sus aspiraciones. Además, en Marga Marga existían minas de oro. Almagro envió por mar y tierra hombres hacia el sur para obtener noticias sobre el territorio, sus recursos y sus poblaciones. A raíz de las noticias de una sublevación de los indios del Perú y su lucha contra los hermanos Pizarro, Almagro decide abandonar su empresa de conquista y retorna al Perú por la ruta del desierto del Norte Grande.