Culto y Funebria
Poco se conoce acerca de su cosmovisión. Se supone que sus creencias fueron similares a las de los huilliches de Chiloé. Sobre sus ritos, hay antecedentes de una danza posterior a la extracción del aceite al lobo marino. Byron describe también una ceremonia en que los hombres emitían gemidos y cantaban hasta alcanzar un estado de trance que les permitía quemarse con brasas del fogón o cortarse la piel con conchas de marisco afiladas. Luego, las mujeres repetían la escena. También señala una posible superstición respecto de no arrojar conchas al mar: si consumían mariscos en la canoa, amontonaban sus conchas al centro de la canoa para luego abandonarlas sobre la playa. Respecto a sus muertos, los depositaban preferentemente en cuevas o aleros rocosos, en posición fetal, cubiertos con pintura roja y envueltos en corteza de ciprés. Algunos viajeros describen el entierro de más de seis individuos en una misma cueva, los que estaban depositados sobre unas plataformas de palos entrecruzados. Los cuerpos estaban momificados naturalmente por el frío y sequedad de la cueva.