Se despliega la apropiación del espacio
La sociedad hispana colonial implementó un sistema de organización en base a los asentamientos y localidades indígenas. La población fue distribuida en encomiendas y contabilizada a partir de la obligación de entregar tributos a la Corona. Fue también administrada según sus actividades económicas, como los indígenas de la costa, los changos, urus y camanchacas, dedicados preferentemente a la extracción de guano y pescado. O bien aquellos que habitaban en el interior, especializados en la agricultura, ganadería, minería y transporte.
El español reorganizó el territorio y a sus naturales en función del sistema político-administrativo, económico y religioso hispano. Incorporó los territorios productivos mediante encomiendas y la paulatina reducción de los indígenas en pueblos. Reestructuró la actividad económica, de tal manera que siguieron formando parte de una articulación económica mayor, como el caso del puerto de Arica y la villa y mina de Potosí, pero esta vez para dar sustento a otro imperio.
En el siglo XVI, el Norte Grande fue un territorio de producción y circulación mercantil que se reorganizó sobre la estructura económica prehispánica. Hasta inicios del siglo XVII, la economía hispana se desarrolló reorientando ciertos recursos tradicionales, tales como ají, maíz, pescado, guano y ganado camélido, y mediante la introducción de otros de origen europeo, como trigo, vid, alfalfa y ganado mular. También se aprovechó el sistema vial existente, resultado del ingenio y la acción de quienes vivían en estos parajes. En síntesis, la empresa hispano-colonial no se construyó desde cero en tierras inexploradas. Ciertamente le eran desconocidas al europeo, pero otros pueblos ya las habitaban con gran éxito y despliegue, lo que les había permitido vivirlas de buena manera.
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