Museo Chileno de Arte Precolombino

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Establecimiento metalúrgico Inka de Viña del Cerro, Valle de Copiapó.

En los valles transversales del Norte Chico

Entre el despoblado de Atacama y el valle de Aconcagua, en Chile central se encuentran las cuencas de Copiapó, Huasco, Elqui, Limarí y Choapa, que hacia 1535 eran habitadas por cerca de 25.000 personas conocidas como copiapoes y diaguita. Ellos cultivaban en los valles maíz, poroto, papa, quínoa y muchos otros vegetales que regaban con canales construidos para ese fin. Particularmente, en los valles de Copiapó y Huasco cultivaban algodón. También se dedicaban a la recolección de vegetales silvestres, junto a la caza y la pesca. Eran hábiles alfareros, tejedores y pastores de camélidos, además de desarrollar complejos procesos metalúrgicos en oro, plata, cobre y bronce. Vivían en pueblos y pukaras o fortalezas –según fuesen tiempos de paz o de guerra– donde disponían depósitos o silos que permitían la conservación y almacenamiento de provisiones. En cuanto a su organización sociopolítica, la población de los valles estaba dividida en dos mitades: cordillera-mitad del valle y mitad del valle-sector costero, cada cual dirigida por un cacique o kuraka principal. Entre ambas mitades se establecían relaciones de rivalidad, competencia y también de cooperación, por lo que cada valle era una unidad de jefaturas duales que establecían entre sí relaciones políticas, económicas y rituales.

A pesar de existir modos de vida comunes, cada uno de los valles tenía una distinción cultural y lengua propia, además de la impronta dejada por la expansión e incorporación de esos territorios al Tawantinsuyu, el imperio Inka. Valles como el de Copiapó fueron anexados al Imperio dado su potencial agrícola y minero, lo que implicó la implementación de una red vial con tambos y caminos, una nueva distribución de tierras, el mejoramiento de las técnicas de regadío, un nuevo tipo de arquitectura, el levantamiento de centros metalúrgicos, la introducción de nuevos elementos rituales, entre otros cambios culturales. Esto, junto al establecimiento en este territorio de autoridades cusqueñas, soldados, mitimaes o colonias de poblaciones trasladadas de otros lugares y la generación de relaciones con las jefaturas locales. Además del arribo de otra lengua: el quechua.

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