Historia
La historia del poblamiento indígena en Ollagüe y San Pedro Estación se caracteriza por sus vínculos con el vecino salar de Uyuni, en suroeste de Bolivia. La arqueología de la región ha establecido que el poblamiento más antiguo es de aproximadamente 8000 años antes de Cristo, correspondiente a grupos de cazadores y recolectores que usan y aprovechan los recursos de las quebradas y salares. Posteriormente, se consolida la actividad agrícola y pastoril entre los años 900 a 1380 después de Cristo. En el periodo prehispánico, las poblaciones de la zonas de Ollagüe y el Alto Loa mantienen estrechos vínculos culturales con el altiplano, los valles y oasis circumpuneños y la costa del Pacífico. En el periodo colonial, esta área es ruta obligada de la actividad de arriería que se desarrolla entre la costa de Antofagasta y el altiplano, hasta llegar a la ciudad de Potosí, en Bolivia. También en esta zona se establecen los primeros “pueblos de indios” coloniales, como en Amincha y Alota, creados a partir de las Ordenanzas del Virrey Toledo, a fines del siglo XVI.
La presencia actual de los quechua de Ollagüe tiene sus antecedentes en la explotación de las azufreras de los volcanes Aucanquilcha y Ollagüe, del bórax en los salares y la construcción del ferrocarril de Antofagasta a Bolivia en 1888. Estas actividades económicas fomentaron la migración de población quechua desde Bolivia, que fue integrándose a las comunidades indígenas que habitaban los antiguos asentamientos de Cosca, Amincha y Alota. Lo mismo ocurrió en la cuenca del río San Pedro, donde las migraciones quechua tuvieron como destino la azufrera de Línzor, creando el poblado Ojos de San Pedro para la explotación ganadera y de recursos vegetales como la llareta que se usó intensivamente como combustible para los poblados y la minería. Esta última actividad termina en la década de 1950 con el fin de la demanda que exigían las ciudades de Chuquicamata y Calama. A su vez, en 1992 expira la explotación de las azufreras y solo se mantiene en pequeña escala la agricultura y la ganadería. Mientras tanto, se abandona el pueblo Ojos de San Pedro y sus campos de pastoreo cuando las aguas del río San Pedro son entubadas y comienza a ser desecada su laguna. Solo algunas familias quechua subsistieron asentándose junto a su ganado cerca de pequeñas fuentes de agua, pero el despoblamiento completo de la zona se produce en los primeros años del siglo XXI.
En el caso de las comunidades quechua de Tarapacá, estas basan su identidad indígena en antecedentes históricos que señalan que los lugares que hoy habitan fueron otrora asentamientos inkaicos, y que Mamiña, Miñe Miñe y Quipisca constituían antiguas comunidades del tiempo en que estos territorios pertenecían al Perú, donde la población quechua era la dominante.