Museo Chileno de Arte Precolombino

Pueblos originarios > Atacameños

Culto y Funebria

Dentro de la cosmovisión atacameña, algunos grandes cerros son sagrados a nivel local y/o regional, son conisderados “aviadores” (del verbo aviar, proveer), o sea, están asociados al abasto de riqueza sea ganadera, mineral o a la de fuentes de agua, asimismo están ligados a la agricultura, a la fertilidad y a fenómenos atmosféricos y, por último, a la salud, la protección y la prosperidad. Por ende, están relacionados con ceremonias como la “limpia de canales” o rogativas dirigidas a la abundancia de agua y a la realización de ‘pagos’ u ofrendas en lugares considerados sagrados.

Existe una dimensión ritual comunitaria y otra de carácter familiar. Para la primera, la actividad religiosa más importante es la fiesta del santo patrono de cada comunidad, muestra privilegiada del sincretismo andino-cristiano. La persona a cargo de la fiesta es el alférez, cargo voluntario de gran responsabilidad y costo. Actualmente, la realización de estas celebraciones se dificulta por la escasa población que permanece en las aldeas, los elevados montos económicos que implican y la tensión que existe por el avance de las iglesias protestantes en la región que no participan ni comparten estas creencias tradicionales. Existen además ceremonias colectivas vinculadas a actividades productivas, como es por ejemplo la “limpia de canales” y siembra o “el enfloramiento” y apareamiento del ganado.

A nivel familiar, las ceremonias están ligadas al ciclo vital: bautismo, matrimonio, techamiento de la nueva casa y muerte, y otras relacionadas a la salud y el culto a los muertos. El especialista del ritual y de la medicina es el yatiri. La defunción es acompañada por un ritual que se divide en cuatro fases, a lo largo de todo un año. Primero, al fallecido se le canta y reza por un día y una noche, es el cóflar; luego, el difunto es vestido y la faja que uso en vida es cambiada por una de carácter mortuorio; el mismo día se lavan las ropas que le pertenecieron y el yatiri ‘limpia’ a sus familiares; después de un año de transcurrida la muerte, se realiza una ceremonia llamada “el cabo de año”, donde el yatiri da la partida definitiva al difunto.