Los mapuches utilizaban estas enormes estatuas de madera en los ritos del kurikawin o velorio. Una larga lista de parientes y amigos pronunciaba discursos alabando al difunto y recordando sus mayores logros. Al final del velorio, el chemamull era erigido junto a la tumba para señalar el lugar donde permanecería el cuerpo.
Guardianes del bosque. Los ritos funerarios debían realizarse siguiendo estrictamente las tradiciones, para que el alma del difunto velara por sus deudos. De otra manera, ésta podría ser capturada por un brujo y convertida en un espíritu maligno. Hoy en día, los espíritus de esos antepasados vigilan los bosques.