El interés que todas las culturas del mundo han tenido por mantener un vínculo con sus muertos se ha expresado de distintas maneras. Entre los Chinchorro, antiguo pueblo de cazadores y pescadores del norte de Chile, la fuerza de esta vinculación impulsó el desarrollo de una compleja técnica de momificación.
Ilusión de vida.
Los Chinchorro buscaban buscaban generar la ilusión de que las personas seguían “vivas” mientras participaban en los rituales funerarios. En muchos casos, tiempo después de ser sepultados los cuerpos eran desenterrados para realizar nuevos ritos, evidenciando una especial preocupación por mantener a la momia.
Angelitos.
Hasta hace muy poco, la muerte de un niño pequeño –especialmente en sectores rurales– motivaba un ritual funerario particular llamado “velorio del angelito”. El cuerpo del niño era dispuesto como si estuviera sentado o durmiendo, vestido de riguroso blanco como signo de su inocencia. El velorio del angelito todavía se desarrolla en algunos lugares en Chile, aunque ya no se expone el cuerpo del niño muerto.