Cuando los españoles llegaron al valle del río Maipo en el siglo XVI, la escudilla era una de las vasijas más utilizadas por los Aconcagua. El mestizaje cultural que se produjo a partir de ese momento hizo que la escudilla se mantuviera en el tiempo, especialmente en el antiguo pueblo alfarero de Pomaire.
La escudilla aún vive en pomaire. Hoy día es posible encontrar escudillas pomairinas en cocinas y restaurantes de de todo el país. Servir en ellas pastel de choclo, porotos o sopa marinera, se relaciona con la antigua tradición precolombina Aconcagua.
El demonio en la pintura. A los ojos de los conquistadores españoles, todas las artes precolombinas eran creencias paganas. La “extirpación de idolatrías” –campaña emprendida por la Iglesia durante la Colonia– se concentró en eliminar esas prácticas, castigando a quienes pintaran o dibujaran antiguos símbolos. Como consecuencia, las escudillas del valle del Maipo nunca más volvieron a lucir diseños pintados.
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