Museo Chileno de Arte Precolombino

Narraciones Indígenas > Atacameño > El cuento de los dos hermanos

Eran dos hermanos. Uno rico y uno pobre. El hermano rico detestaba al hermano pobre. El hermano pobre, cansado del trato que recibía de su hermano, parte de la casa en busca de trabajo. Como no tiene alimentos para el viaje va donde su hermano rico que bota los desperdicios y recoge una cabeza de gallo y restos de pan.

El hermano pobre camina un día entero y, al anochecer, llega a una cueva, ahí se decide a dormir. Se tapa con su delgado y destrozado poncho.

Al amanecer despierta de repente y ve cómo, a la entrada de la cueva, hay dos hombres sentados que tienen todo su cuerpo y cabeza cubiertos con una coraza de oro. En las primeras horas de la mañana los hombres se levantan y bailan. Pero, antes de empezar a bailar, se sacan los cachos que llevaban en la cabeza. El joven se los pone en su cabeza. El joven estaba muy asustado, cuando de repente, la cabeza de gallo canta. Los hombres detienen su baile, se sacan la coraza y parten corriendo.

El muchacho espera que la mañana esté avanzada para salir de la cueva. Cuando va saliendo mira las corazas y, con sorpresa y alegría, ve que son de oro. Entonces, vuelve a partir para la ciudad, donde vende las corazas y los cachos de oro y queda tan rico como su hermano.

Cuando el hermano rico ve que su hermano pobre regresa con tantas riquezas como las que tiene él, le pregunta de dónde las ha sacado, si es fruto de su trabajo o algún robo. Tanto pregunta y contesta, que el otro le cuenta todo.

El hermano rico, lleno de ambición, quiere ir también en busca de riquezas. Mata un gallo y reúne un poco de pan seco y parte.

Al llegar a la cueva, pasa lo mismo que había pasado antes. El hermano rico ve dos hombres que conversan y que, al amanecer, se sacan los cuernos y bailan. El hombre se los pone, pero el gallo no canta, aunque el hombre lo molesta y empuja. Parece que los diablos ya están por terminar de bailar, entonces el hombre canta como gallo y aletea igual que él.

Los diablos arrancan y lo dejan todo botado. El hombre quiere sacarse los cuernos pero no puede. Asustado, huye a su casa. El peso de los cuernos parece aumentar cada vez más. Entonces decide consultar a un brujo.

El brujo le dice que tiene que colocarse en lo alto de una peña con un animal para que el cóndor baje a robárselo: cuando el cóndor haga fuerza le pateará los cuernos y se los irá sacando así. Pero, con cada intento del cóndor los animales caen a una quebrada honda donde van muriendo. El hombre tiene que poner otros animales. Cuando cae el último de los animales a la quebraba, desaparecen los cuernos pero el hombre queda arruinado.

Esto sirve para demostrar que los que ambicionan con malas artes más de lo que tienen lo pierden todo.

Nota: Este cuento muestra cuán peligroso “es desear más de lo que Dios ha dado”. Es decir, que los hombres deben conformarse con lo que tienen y aumentarlo con su esfuerzo solamente, ya que solo es privilegio de Dios otorgar venturas especiales. Aquel que por ambición las busca, “es castigado perdiendo todo lo que tiene”.

Narrativa tradicional atacameña.
Hábitat. Cultura. Corpus
Domingo Gómez Parra